Llegó mi hermana.
–Che, ¿Por qué no te quedaste a la fiesta?
–Tenía que ir a la cancha.
–Vos siempre haciendo esas cosas. ¿Qué le pasaba a BS, le hiciste algo?,
–No, se enojó un poco porque no me quedaba a la fiesta de nuestros chiquitos, pero yo había quedado con el Negro, así que no podía hacer nada.
-Estuvo buenísima la fiesta, bailamos, comimos empanadas. Sos jodido,¿por qué no te quedaste?
-Otra vez, ¡no me hinches las bolas!, Ya te expliqué, me fui a la cancha. Y no creo que siga yendo a dar catequesis. Los curas me tienen las bolas llenas.
-Papá, escucha como habla. ¡Decile algo!
-Bueno, juicio. Expresó mi padre con una semi sonrisa. -¿Por que no van a buscar unas pizzas? Parece que nadie va a cocinar acá.
-Vamo filo. –Va.. vamos nomás.
La pizzería estaba en la esquina, hicimos el pedido y nos tomamos un *liso entre los dos mientras la esperábamos.
-¿Ves esta mancha? No es de fábrica. Le conté lo que había pasado. Con el Filósofo tenía la libertad de exponer libre mis tristezas, tal vez por su optimismo permanente o porque jamás juzgaba. Se puso serio y con cara preocupada.
-No te puedo creer. ¡Que cagada boludo! ¿Estuvo bueno?
-¡Increíble! Pero estoy más enamorado que antes.
-Que cagada.
No me animé a peguntar el por qué de su preocupación porque ya lo sospechaba: El Loco.
Mi corto pasado de desilusiones amorosas me recordaba a Mariana, de la que me enamoré en una fiesta y que a su vez estaba enamorada del Filósofo. Hice algunos intentos fallidos con su autorización y luego la olvidé o al menos dejó de importarme. Al Filósofo tampoco le interesaba, por lo que muy pronto desapareció de nuestras vidas.
Nunca me enojé con un amigo por tema de mujeres. Siempre tuve claro que la decisión la toman ellas y a ellas que había que dirigir el fastidio. Por supuesto que si intentaban soplármela, cosa que creo nunca pasó, tal vez me hubiera mortificado.
El Loco era muy amigo de BS. Jamás le ilustré mi enamoramiento ni le pedí que se hiciera a un lado. Me gustaba esa competencia y creo que a él también.
Su relación con BS iba prosperando a la par de la mía y muchas veces me sentía en desventaja y a punto de perder.
Luego de ese mediodía me entendía único ganador. Groso error, estaba a punto de sufrir la más cruel de las derrotas.
Luego de la pizza, el Filósofo arregló los mates y nos fuimos a la vereda. La noche estaba linda y yo no tenía ganas de dormir. Cada tanto se agregaba alguna de mis hermanas a la mateada. A las 11:30 de la noche ya toda mi casa estaba durmiendo. Nos fuimos a dar una vuelta y llegamos a su casa, no sin antes jugar unos fichines. Allí conversamos un rato con su hermana y el novio y me acosté en un colchón en el piso. Calculo que me dormí a las tres. Cuando me despertó la dueña de casa eran las siete, por lo que me vestí rápido y me fui a casa a buscar las carpetas para ir al colegio. Papá todavía no se había ido así que le pedí que me llevara.
-¿Dónde dormiste? ¡Tenés que avisar! No estaba enojado pero como padre tenía la obligación de reprocharme mi falta de conciencia familiar.
Ya los tenía acostumbrados a las omisiones sobre mi paradero. En general daba señales de vida al menos una vez por día.
Llegué cuarenta minutos tarde, no había problema, por alguna razón el preceptor me tenía cariño y me borraba las tardanzas. Los lunes no tenía la menor idea de las materias a cursar o si había alguna tarea que no hubiera realizado. Si llegaba a horario podía preguntarle al Genio pero en este caso solo contaba con mi capacidad de invención ante alguna consulta inesperada del profesor. Fue una mañana tranquila al menos en lo escolar, ya que no dejé por un minuto de pensar en BS. El Loco me contó que se habían encontrado en la peatonal y luego la acompañó a la casa. No pregunté más, no quería saber nada.
La llamé después de almorzar, me atendió carente de emoción y no quería verme.Continuará....Primera parte
Segunda parte
Extracto de MISERIEDAD® Cruz J. Saubidet
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