30.5.07

El primero de mis amores, Tercera parte

Llegó mi hermana.

Che, ¿Por qué no te quedaste a la fiesta?

–Tenía que ir a la cancha.

–Vos siempre haciendo esas cosas. ¿Qué le pasaba a BS, le hiciste algo?,

–No, se enojó un poco porque no me quedaba a la fiesta de nuestros chiquitos, pero yo había quedado con el Negro, así que no podía hacer nada.

-Estuvo buenísima la fiesta, bailamos, comimos empanadas. Sos jodido,¿por qué no te quedaste?

-Otra vez, ¡no me hinches las bolas!, Ya te expliqué, me fui a la cancha. Y no creo que siga yendo a dar catequesis. Los curas me tienen las bolas llenas.

-Papá, escucha como habla. ¡Decile algo!

-Bueno, juicio. Expresó mi padre con una semi sonrisa. -¿Por que no van a buscar unas pizzas? Parece que nadie va a cocinar acá.

-Vamo filo. –Va.. vamos nomás.

La pizzería estaba en la esquina, hicimos el pedido y nos tomamos un *liso entre los dos mientras la esperábamos.

-¿Ves esta mancha? No es de fábrica. Le conté lo que había pasado. Con el Filósofo tenía la libertad de exponer libre mis tristezas, tal vez por su optimismo permanente o porque jamás juzgaba. Se puso serio y con cara preocupada.

-No te puedo creer. ¡Que cagada boludo! ¿Estuvo bueno?

-¡Increíble! Pero estoy más enamorado que antes.

-Que cagada.

No me animé a peguntar el por qué de su preocupación porque ya lo sospechaba: El Loco.

Mi corto pasado de desilusiones amorosas me recordaba a Mariana, de la que me enamoré en una fiesta y que a su vez estaba enamorada del Filósofo. Hice algunos intentos fallidos con su autorización y luego la olvidé o al menos dejó de importarme. Al Filósofo tampoco le interesaba, por lo que muy pronto desapareció de nuestras vidas.

Nunca me enojé con un amigo por tema de mujeres. Siempre tuve claro que la decisión la toman ellas y a ellas que había que dirigir el fastidio. Por supuesto que si intentaban soplármela, cosa que creo nunca pasó, tal vez me hubiera mortificado.

El Loco era muy amigo de BS. Jamás le ilustré mi enamoramiento ni le pedí que se hiciera a un lado. Me gustaba esa competencia y creo que a él también.

Su relación con BS iba prosperando a la par de la mía y muchas veces me sentía en desventaja y a punto de perder.

Luego de ese mediodía me entendía único ganador. Groso error, estaba a punto de sufrir la más cruel de las derrotas.

Luego de la pizza, el Filósofo arregló los mates y nos fuimos a la vereda. La noche estaba linda y yo no tenía ganas de dormir. Cada tanto se agregaba alguna de mis hermanas a la mateada. A las 11:30 de la noche ya toda mi casa estaba durmiendo. Nos fuimos a dar una vuelta y llegamos a su casa, no sin antes jugar unos fichines. Allí conversamos un rato con su hermana y el novio y me acosté en un colchón en el piso. Calculo que me dormí a las tres. Cuando me despertó la dueña de casa eran las siete, por lo que me vestí rápido y me fui a casa a buscar las carpetas para ir al colegio. Papá todavía no se había ido así que le pedí que me llevara.

-¿Dónde dormiste? ¡Tenés que avisar! No estaba enojado pero como padre tenía la obligación de reprocharme mi falta de conciencia familiar.

Ya los tenía acostumbrados a las omisiones sobre mi paradero. En general daba señales de vida al menos una vez por día.

Llegué cuarenta minutos tarde, no había problema, por alguna razón el preceptor me tenía cariño y me borraba las tardanzas. Los lunes no tenía la menor idea de las materias a cursar o si había alguna tarea que no hubiera realizado. Si llegaba a horario podía preguntarle al Genio pero en este caso solo contaba con mi capacidad de invención ante alguna consulta inesperada del profesor. Fue una mañana tranquila al menos en lo escolar, ya que no dejé por un minuto de pensar en BS. El Loco me contó que se habían encontrado en la peatonal y luego la acompañó a la casa. No pregunté más, no quería saber nada.

La llamé después de almorzar, me atendió carente de emoción y no quería verme.Continuará....
Primera parte
Segunda parte

Extracto de MISERIEDAD® Cruz J. Saubidet

22.5.07

El primero de mis amores, Segunda parte

Mi inexperiencia me hacía creer que le había hecho algo malo. La concepción machista nos ha convencido que las mujeres sufren más por amor que los hombres, ¡no es verdad!, Sus heridas se curan como las de los niños, rápido y casi no dejan huellas. Los hombres estamos obligados a no sufrir en esos casos, lo que es un doble trabajo ya que a pesar del dolor, tenemos que aparentar indiferencia. Esto hace más largas las agonías.

-Yo no quería que esto pasara. ¿Que hicimos?

No hacía falta respuesta, el proceso químico de la atracción sexual había explotado en su caso y mi amor desmesurado solo se había dejado llevar. En ningún momento me pareció que no quería.

-¡Que vergüenza!

-¿Por qué?

-No sé, ¡ah que vergüenza!, vamos a la iglesia, me siento muy rara.

-Yo estoy muy contento. Sin duda lo estaba, durante meses había soñado ese momento, no de esa forma, daba igual, la chica que amaba al fin había caído a mis brazos. Que inocente era, en realidad, estaba a punto de perder lo poco que tenía.

Traté de abrazarla mientras volvíamos a la iglesia. –Mejor no- me dijo. Y no me habló más.

La suerte quiso que me hubiera puesto un pantalón negro nevado, por lo que el recuerdo más evidente de aquel momento se confundía con las manchas originales y pasaba casi inadvertido.

-¿No me vas a hablar? Pregunté preocupado.

Estoy muy confundida, mejor no. ¿Confundida? Yo tenía una claridad atroz y ella confundida.

-Bueno, andá sola, yo me tomo el “13” y me vuelvo si preferís.

–Hacé lo que quieras.

Ofendida parecía, yo ya no entendía nada. Por eso me tomé el colectivo que cruzaba por el puente y con un dejo de tristeza regresé a casa.

Cuando pasé por la cancha de Unión me acordé que jugaba. Me bajé y me metí en la popular. – ¡Viniste Loco! Me dijo el Negro. A los 5 minutos un gol de Toresanni me hizo olvidar un poco el mediodía tan lindo y tan amargo.

Luego del partido nos quedamos un rato festejando la victoria y nos tomamos una gaseosa de litro en el quiosco de la esquina.

Vamo a lo del Sabalé.

–Vamo.

El Sabalé estaba en misa.

¿Vamo a la salida de misa?

–Vamo.

Y conversando del partido caminamos hacia la puerta de la iglesia.

Creo que éramos más los que estábamos en la puerta que los que habían entrado. Comenzaba a hacerse de noche. Cuando concluyó la misa, se nos unió el Loco.

-¿Qué hacemo? Pregunté.

-Vamo a la peatonal.

–Vayan ustedes- dije, los domingos a la noche detestaba la peatonal.

–Me voy a casa. Chau.

Llegué y me lo encontré al Filósofo tomando unos mates con papá.

-¿Hace rato que estás?

-No mucho.

–Dame un Matienzo.

Me tiré en el sillón y disfruté del silencio de la conversación que estaban teniendo. Continuará....

Primera parte

Extracto de MISERIEDAD® Cruz J. Saubidet

16.5.07

El primero de mis amores, Primera parte

Llegó una tardecita a casa buscando a mi hermana. Cuando abrí la puerta y me saludó con un beso, me habló bajito y con una dulzura que me encantaron. Venía a hacer un proyecto de clases de catequesis para niños pobres que patrocinaba mi colegio en un barrio cruzando la laguna. Tenía un año más que yo. Me inventé interesado y las ayudé o molesté en lo que pude. Les preparé unos mates y me deleité un par de horas en compañía de la recién llegada. La llamaban BS.

Antes de irse, el padre la esperaba en la puerta, me dijo como al pasar si quería dar catequesis con ella. Hablamos le dije, aunque la decisión ya estaba tomada.

Al otro día me llamó y le expresé que si necesitaba un ayudante estaba dispuesto. Si se trataba de hacer cosas separados no iría.

-Ya hablé con el padre José Antonio y le propuse que me acompañes, dijo que sí. El domingo a las nueve en el amarradero de botes. ¿Nos vemos?

-Por supuesto conteste sin margen de duda.

Bastante alta, flaca, pechos pequeños, cola redonda y un pelo castaño claro que casi le llegaba a la cintura.

Las clases de catequesis me importaban lo mismo que los niños, nada en absoluto, solo quería estar cerca y pasar la mayor cantidad de tiempo con ella.

Me contó que era amiga del Loco lo que me intranquilizó un poco pues era competencia segura. Con el paso del tiempo nuestra amistad nos permitía caminar tomados de la mano y charlas con su cabeza apoyada en mi hombro. Mi enamoramiento era irremediable mas no ceñía la forma de declararle lo que sentía, porque en ese momento yo les creía a las mujeres, y ella afirmaba que no quería novios. Durante mucho tiempo sólo pensé en ella de la forma más pura, soñaba con estar internado en un hospital, que se me acostara al lado, apoyase su cabeza en mi pecho y solo me acaricie. Soñaba con besos llenos de ternura, sin pasión, solo con amor y entrega.

Llegó el último domingo de la temporada, el día que nuestros párvulos tomarían su primera comunión con el agasajo correspondiente.

Llegamos a la isla, reunimos a los niños, tomaron su comunión y se fueron a sus casas. Debíamos esperar a la tarde para la fiesta y nos quedaba un tiempo muerto de tres horas. Previsores, llevamos unos sándwiches, compramos una gaseosa y nos fuimos a la orilla de la laguna, cerca de un montecito deshabitado.

Comimos despacio y disfrutamos de la charla. –Me tendría que cambiar la remera- me avisó, -no mires por favor-. Casi respeto su pedido, pero no pude evitar girar la vista. Tenía un corpiño blanco con unas pequeñas florcitas pintadas, a pesar de lo pequeño de sus pechos se notaban presionados dentro de él. Cuando notó que la miraba me hizo una sonrisa. –Sos chanta-susurró. Yo me sonreí también y le pedí que se quede un rato así, que me encantaba. Ella accedió y yo me recosté posando la cabeza sobre sus piernas. Mi visión era su corpiño y su cara. Mi mano llegó hasta su espalda y empecé a acariciarla con suavidad. Pensé que le había molestado porque hizo un movimiento brusco, la calma posterior me demostró que algunas cosquillitas le producían mis mimos. Miró para abajo y se toparon nuestros ojos.-Como te quiero- susurró. Se agacho un poco y me dio un beso en la frente y otro en la nariz. Yo estaba en el paraíso, ¡gracias Dios por regalarme este momento solo por preparar niños que tal vez sientan algo al comulgar!

Mi mano subió hasta su nuca por debajo de los pelos y la atraje hacia mí sin que opusiera mayor resistencia. Asustado, apoye mis labios en su boca y me quedé inmóvil, eternizando ese momento memorable. No sin sorpresa noté que la abría un poco forzándome a hacer lo mismo y el beso comenzaba a ganar en humedad. Me incorporé sin distanciar nuestras caras, su lengua se estaba metiendo osadamente en mi boca y la mía plagiaba sus movimientos. Mi mano comenzó a jugar con su ombligo a la vez que las suyas subían por mi pierna. Al sentir esas caricias, mi grado de excitación era absoluto. Con miedo y timidez posé mi mano en su pecho y lo acaricié por sobre el corpiño, noté que le gustaba y cada caricia mía acercaba su mano a mi entrepierna.

Nunca jamás me hubiera imaginado que las cosas acaecerían como estaban sucediendo, aquel amor puro con el que soñaba se estaba transformando en la mayor calentura de mi vida. Está bien así. Los besos siguieron y mi mano emprendió el ingreso por debajo del corpiño. Era el primer pezón que tocaba en mi vida. Chico, duro, rico. Su mano y su respiración se agitaban y yo estaba en las nubes. Cuando llegó a mi bragueta y me rozó, acabé. Traté de que no se diera cuenta, creo que no lo logré, tal vez por la presión que mis dedos ejercieron sobre el pezón en ese momento. -¡Me duele! –Perdón.

Se apartó un poco y se puso la remera. La abracé y se resistió. Note que lloraba, supuse que no era de dolor. -¿Que te pasa?- Seguía llorando. Continuará.....

Segunda parte

Tercera parte

Extracto de MISERIEDAD® Cruz J. Saubidet