19.12.09

Cosas que pasan sin querer

–En el almuerzo vemo. En una hora comemo y arreglamo. Avisele a la Marta que la necesito.
–Bueno.
A paso tranquilo regresé a la casa. La galería era depositaria de los pocos muebles del hogar y estaba baldeada, desde adentro salía un sonido de escoba contra el piso y emergían salpicaduras desde la puerta. Marta estaba en pleno trabajo y su cara denotaba satisfacción.
–Falta el baño nomás.
–Bueno, espero afuera.
–No, pase y mire como va quedando.
Entré y noté el cambio, mi casa estaba limpia y olía diferente. Ofrecí cargar el balde y Marta aceptó complacida. Busqué la escoba y la ayudé pasándola por las paredes del baño, las telarañas se enredaban en las pajas y debía salir a limpiar la herramienta. La chica se esforzaba por sacarle brillo al piso de cemento y por primera vez le encontré cierta belleza, tal vez producto del agradecimiento. En cuanto se agachó para limpiar el inodoro no pude evitar apoyarme sobre su cola carnosa.
– ¡Ay don Joaquín! ¡Déjeme limpiar! Me dijo entre risitas. Mis manos tomaron sus pechos, su respiración se agitaba, más aún cuando mi mano hurgó bajo su pollera. Con cierta brusquedad tomó mi miembro y lo presionó con toda su mano, luego se sacó la bombacha y se apoyó en el lavatorio. –Venga, Me susurró mientras alzaba una pierna y la apoyaba sobre el inodoro. Yo fui. Diez minutos después volvimos al trabajo y dejamos el baño respetable.
–Tu mamá me dijo que te necesitaba.
–Ahora voy, cuando termine.
Cuando quedé solo era casi el mediodía, saqué agua del aljibe y me di un merecido baño sobre el piso aún mojado, aunque limpio esta vez, de la galería.

11.7.09

YA SALIÓ -UNA COSA LLEVA A LA OTRA-



¨ Una Cosa lleva a la otra ¨ es una novela con variadas virtudes, pero sobre todo la de no intentar ser pretensiosa.
Saubidet desarrolla en ella una trama que bien podría no ser de ficción.
Aquí el escritor no deja escapar su espíritu periodístico, con retratos que nos resultan reales, creíbles; incluso familiares.
Personajes tales como Roberto pueden, perfectamente, representar a una buena parte de un empresariado vulgar y mezquino, cuyo único sostén de poder es el dinero. Una neo-burguesía que no sólo somete a sus empleados, sino que absorbe sus vidas al punto de intentar que se mimeticen con sus patronos, aunque sólo en sus miserables existencias.
En las antípodas, Julián o ¨ El Pichu ¨ son de esos personajes del post-menemato que pueden encontrarse en cualquier esquina, ya sea solazándose en un porro placero o ¨ poniéndole caño ¨ a su víctima de turno. Son víctimas, además de victimarios.
Cruz Saubidet revela sin rodeos el submundo de una Argentina que ha hundido sus valores elementales en la sórdida letrina de la no cultura del trabajo, del desamparo social, de la banalidad y la falta de proyectos. Y Saubidet los denuncia a través de su ficción, adopta un modo de relato casi auto-referencial, en primera persona, haciéndose cargo de la fuerza de sus palabras: Corrupción policial y política, la pauperización de los sectores más vulnerables de una sociedad que observa pasmada como su seguridad pende de un hilo, pero que a la hora de ¨ graznar ¨ una opinión, utiliza una tijera moral cortando por el segmento más delgado del cordel.
¨ Una Cosa lleva a la otra ¨ es – antes que nada – una novela creíble. Pero esto en sí mismo no es la virtud fundamental, sino que el mayor atributo que emana esa condición es que cada lector puede suspender su incredulidad gracias al hábil y cautivante relato de nuestro escritor santafecino.
Pasen y lean.
Vale la pena internarse en las páginas de ¨ Una cosa lleva a la otra ¨

Eduardo Molaro
Poeta / Escritor / Compositor / Productor artístico y amigo personal de CJS.
Buenos Aires – Abril de 2009

3.7.09

Llamarse Cruz es una mierda

Se me hace que la soledad es un invento de aquellos que están solos, para darnos envidia nomás.
La soledad es el deseo de estar acompañados, pero no por cualquiera, la soledad es una necesidad de estar con quien no estamos.
Las palabras mezclan impresiones cruzadas de sentimientos absurdos buscando darles un sentido práctico.
Cuando mezclo soledad con palabras surge esto, que no es nada. Escribir es escapar de la soledad o del absurdo.
Soledad es también mi hermana, aunque eso es culpa de mis padres que así la bautizaron. También pusieron Rosario a la mayor y sin embargo es la más conversadora. Soledad es la más sociable, la más necesitada de personas alrededor, debe ser por el nombre.
Constancia es la de mayor empuje, la que acepta las cosas como vienen, total, siempre hay posibilidad de cambiarlas a gusto y placer. Ella hace honor a su nombre, tiene siempre nuevas metas que conseguir, y las consigue. Se podría llamar Tormenta, pero Constancia le queda bien.
Me quedan Pedro y María, ambos nombres de peso, pero voy a esperar a que pasen la barrera de los treinta.
A mí, me pusieron Cruz y no hace mucho caí en la cuenta de lo que significa llevar ese nombre a cuestas. Aunque no estoy seguro de estar seguro de lo que significa.
Creo que he luchado contra mi nombre toda mi vida, todos luchamos contra algo, pero llamarse Cruz no es una tarea fácil.
Una cruz es algo pesado e incómodo. Cargar una cruz significa sufrimiento, hacer cosas que uno no quiere y, en el sentido bíblico, morir por ella.
Mi lucha contra mi nombre fue siempre esa, inconscientemente, no quise ser la cruz de nadie. Pedir favores no es mi estilo, incluso a veces pienso que me cuesta demasiado.
Llamarse Cruz es una mierda.
PD: Para colmo de males, en este país, si no le pongo el Mr. Por delante todos piensan que soy nena.

19.5.09

DEBUT SOBREVALUADO

La adolescencia se rige por dos factores: los amigos y el sexo, este último está en directa relación con el primero pues una de las maravillas del sexo adolescente es relatarlo con ciertas exageraciones a los amigos.
A partir de los trece años es donde las amistades comienzan a reforzarse y es allí donde el debut sexual juega un papel importante. Es una competencia no declarada, pero a su vez una carrera sin freno hacia el liderazgo en esas lides. Desde ya que los grupos en competencia suelen ser pequeños. Nunca podríamos competir con toda una división del colegio porque no faltaría el que debutó a los 11 años con una prima o al que su padre el día de su cumpleaños de doce lo llevó donde una puta conocida para que le desvirgara el nene.
Quizás los grupos de amigos tengan preferencias sexuales en común, o tiempos sexuales. Puede ser, aunque no es importante.
El debut sexual está sobrevaluado, muchos lo hubiéramos tratado de olvidar de no haber sido por el factor “compartirlo con los amigos” y sus exageraciones correspondientes.
La mayoría de mis amigos debutaron en conjunto con sus novias de ese momento y comenzaron a disfrutarlo después de superar muchos miedos y nerviosismo.
Yo no, yo debuté con una mujer de vasta experiencia e ínfima belleza, pero que supo guiar mis movimientos sin hacerme sentir un ignorante. Sin embargo, mi comienzo no fue bueno, la única emoción con que contó fue el hecho de “meterla” en un lugar diferente a la concavidad de la mano (y un poco más húmedo). Pero la idea era comenzar y ser el primero y eso lo conseguí.
Pero, ese comienzo tuvo su lado negativo. Me costó mucho tiempo poder unificar sexo y amor como una cosa maravillosa. Ese debut falto de emoción, me generó un egoísmo y desinterés para con mis parejas que me duró mucho tiempo.
Posiblemente no se haya tratado de eso, pero me gusta echar culpas para cubrir mis falencias inexcusables.
Lo más probable es que me haya mostrado desinteresado con ellas porque efectivamente lo estaba, pero debí esperar muchos años para sentir el amor como corresponde.
También puede ser verdad lo que dice un amigo psicólogo que tengo:
Me parece, Cruz, que lo tuyo era “hijoeputez” nomás. Yo no quiero creerle.

Cruz J. Saubidet®

17.3.09

A veces la poesía es una mierda 2

En ese tiempo estaba conquistado por la poesía, me llené de libritos y librotes de todo tipo y color y pasaba horas dedicado a su lectura. Pero algo me molestaba y no sabía que. Una tarde, en una plaza leyendo vaya a saber que poeta, caí en la cuenta que no me gustaba leer poesía, no la disfrutaba. Me apasionaba escribirla, incluso escucharla. No me acuerdo el nombre de una amiga, tenía voz grave y linda, la torturé mucho tiempo pidiéndole que me leyera Girondo, yo cerraba los ojos y la escuchaba. En ese caso sí disfrutaba, o cuando iba a librerías a escuchar a poetas. Pero ya no leería más poesía, incluso llegué a pensar en no escribir más versos y dedicarme a la prosa. Hice algunos intentos, pero me avergonzaba lo que escribía. Era mucho más difícil que un verso, donde tenía paredes de las que sujetarme. La prosa era un campo harto grande, al igual que el agua tiende a caer y esparcirse, era difícil la tarea la de encausarla, en especial para un desorganizado como yo.
Paralela venía la música y la disyuntiva entre disfrutarla o crearla. Siempre fue un placer escuchar buenos compositores e intérpretes. Mi capacidad musical estuvo limitada por el desacierto. No me sentiría tan malo si no tuviese las referencias que tengo. El Filósofo y el Genio, eran muy buenos, pobres, algo trataron de enseñarme mas no fueron exitosos.
Cruz J. Saubidet®

16.3.09

A veces la poesía es una mierda 1

A veces pensaba que necesitaba una novia, el problema era que no la conseguía, todas tenían algo que me impedía repetir la salida. Por desgracia, las que estaban bien me encontraban algo a mí.
A veces me divertía mucho, a veces era el centro de las reuniones y cantaba y tocaba la guitarra, solo a veces, solo cuando tomaba vino tinto, que aunque no me gustaba, lo necesitaba para desinhibir mi parte expresiva.
Quise ser poeta, pero no pude ser ordenado, había que serlo para escribir. A veces me despertaba a las cuatro de la mañana, me hacía unos mates y escribía. En Formosa escribí mucho, pero es fácil cuando uno está así, solo, angustiado y sin muchos libros. Salieron cosas lindas y algunos versos interesantes también se generaban en las madrugadas.
“La poesía debe definir las cosas, debe mostrar las cosas tal como las vemos” Me decía Pancho Muñoz, o tal vez Korenblit, en unos cursos que dieron en el “Rojas”. Me gustaba definir el agua como algo que siempre cae, no era una idea mía, algún poema ya lo había dicho.
Definí una noche, el amor:
se hace esperar y siembra esperanzas/ busca mi arraigo/ la idea de quedarme donde estoy/ si me voy/ o me abandona/ no me perdona/ como soy.

No era mi estilo, yo hacía rimas consonantes, pero esa noche me salió eso.

Quedó en el cuaderno hasta que opté continuarlo, ya no fue tan puro:
Es el reflejo a que uno teme/ vergüenza propia/ dividir uno en dos partes/ y rescatarte de soledades/ ver verdades y contarte.

Nunca se anuncia cuando aparece/ cuesta mil dudas/ momentos de profunda desazón/
Y el corazón movilizado/ busca a su lado la pasión.

No me disgustó, que ya era bastante.
Cruz J. Saubidet®

7.4.08

Viaje

-¡Quince minutos! Dijo el chofer.
Estiré las mandíbulas un par de veces y marché por el pasillo. Ya estaba oscureciendo, el lugar en que nos detuvimos no expresaba la cercanía a ninguna cuidad, solo en el horizonte, se comenzaban a vislumbrar las montañas. Ya estamos cerca pensé mientras prendía un cigarrillo.
Ver las montañas me llenó de alegría. Toda mi vida, el hecho de apreciar la primera señal física del destino, me llenó de felicidad. En los viajes a la costa con mi familia, la primera imagen del mar, desde el auto y a muchos kilómetros del destino me borraba de un plumazo todo el cansancio y el mal humor.
Me quedé un rato parado mirando hacia el oeste, mi mente había eliminado cualquier situación que no perteneciera al viaje, no me acordaba de mi familia, el colegio incluso de mis amigas, no me quedaba la mínima resaca de los besos con Gabriela.
Pedí agua caliente en la barra del bar y me compré un alfajor en un quiosquito cercano (más barato que el bar), me preparé el mate y sentado en una paresita cerca del colectivo, solo, me sentí feliz por primera vez en mucho tiempo.
Sin desbandar el silencio, se arrimaron el Filósofo y el Camiseta, los sumé a la ronda de mate. Me sentía muy bien como para romper el silencio y ellos lo respetaron, a los diez minutos subimos al ómnibus.

30.11.07

LA IMPORTANCIA DE LOS AMIGOS-EL LOCO-

Empecé la secundaria
Con ella vienen amigos
Que siguen muy dentro mío
Aunque poco ya los veo
Son todos muy compañeros
Si hace falta, están conmigo.


El colegio secundario se abrió ante mi vista más que nada como una liberación. Grato fue encontrarme en primer año con chicos con los que había hecho sexto y séptimo grado, que por cosas del destino habían recaído en el más Jesuita de los colegios de la ciudad. No voy a negar que me atemorizara un poco todo, pero como siempre he hecho, me las fui rebuscando para ser un poco diferente al resto. Ya de por sí cargaba con mis kilos de más y mi pequeño tamaño. Si me hubiera imaginado que con los años superaría en altura al noventa porciento de la clase mi panorama habría cambiado, mas en ese momento era de los más chiquitos y lampiños. Como relaté con anterioridad, nunca obedecí, por lo tanto me las tenía que arreglar para aprobar las materias con el mínimo esfuerzo posible. Lo conseguí, en los cinco años no estudié casi e hice un decoroso secundario, lo que me lleva a pensar que de haberlo hecho, la bandera se hubiera posado en mi hombro. Aunque no creo, ya que mi conducta rebelde me tuvo cada año al borde de la expulsión.
El colegio secundario significa amigos y esa es su principal función. Durante el primer año todo es prueba y error, o al menos se produce un descarte natural de manera que solo quedan algunos que valen la pena.

El Loco entró en mi vida entre los primeros, ya nos conocíamos del curso de confirmación en la parroquia del barrio y, al compartir el “1º C” y ser vecinos, todo surgió de forma natural.
Me abrió un panorama desconocido, el del último proceso militar y las bestialidades que el poder de turno había hecho con la gente buena. Por supuesto que su versión estaba signada por el asesinato de su padre en un asentamiento guerrillero en Tucumán y los ocho años de prisión que sufrió su madre. Esto lo obligó a pasar su infancia con su hermana menor y sus abuelos maternos, una familia acomodada dueña de una gran mueblería de la ciudad. Cuando lo conocí estaba en la etapa de reencuentro materno y todavía no estaba tan enojado. Por supuesto era un ser especial, muy activo y alegre, que usaba palabras que no pertenecían a mi vocabulario cotidiano. Cuando le decía alguna barbaridad él respondía “no podés ser tan canalla” y esas palabras sociables impidieron peleas que nos habrían separado de por vida. Sufría de un particular misticismo religioso, a él siempre le sucedían cosas sobrenaturales que contaba con seriedad y certidumbre y que, me asustaban un poco. Estaba convencido de ser un elegido, aunque todavía no sabía el motivo de tal elección. A pesar de sus ideas, en algunas situaciones se portaba de forma desmesuradamente racional, quedaba esto demostrado en su pasión por la ropa de moda, su pelo y su relación con las mujeres. Era un ganador nato, les conversaba un poquito y ya las enloquecía, a los trece años salía con una de quince que se desvivía en atenderlo y dispensarlo. Con él conocí la noche y las locuras de adolescente. Salíamos todos los fines de semana y nos colábamos en fiestas de personas desconocidas luego de falsificar invitaciones.
Nos fuimos integrando a nuestras respectivas familias. La suya era silenciosa y profunda, la mía un desorden continuo e impregnada de libertades.
El Loco tenía un gran amigo, grandote y oscuro, el Negro. Me incorporé pronto a su amistad aunque ellos dos me superaban en osadías, parecían no tener miedo de nada. El Negro no iba a nuestro colegio aunque vivía en el barrio. Al principio le tenía un poco de bronca. Recuerdo una fiesta en su casa donde me quedé sin pareja de baile y me fui apesadumbrado.
Yo no estaba acostumbrado ni preparado para el exceso de amistades y el Loco parecía poder con todo y con todos. Con el tiempo me transformaría yo en un maestro de la disociación pudiendo con todos mantener una cordial relación, pero faltaba bastante. Creo que él fue mi primer gran amigo, el primero que me hizo sentir contenido sin importar grados de entendimiento o diferencias políticas.


6.7.07

El primero de mis amores, Final

Vamos mal, pensé. Insistí a los dos días y fue igual. Se arrepintió de todo, supuse. ¡Que hija de puta! Pero como me gusta. Mis sentimientos encontrados me impedían pensar mucho por lo que resolví un operativo: Me declaré en huelga de hambre, solo iría al colegio, no visitaría amigos y dormiría la mayor cantidad de horas posibles.

En casa se extrañaron mucho porque yo en ningún momento hice el anuncio oficial de mi drástica medida. De un día para otro se encontraron con que no comía, casi no hablaba y lo más extraño: pasaba todo el día en casa. Yo no lloraba ni demostraba tristeza, solo silencio y soledad. A veces pasaba el Filósofo por casa y nos tomábamos unos mates, yo le contaba en que andaba y él repetía: ¡Que cagada!.

Iba seis días en ese estado. En el recreo me llamó el Loco, quería hablarme.

-Te quería contar, para que no te enteres por otro, que ayer a la noche nos abrazamos y dimos unos besos con BS.

-¿Y?, ¿Qué querés que haga? ¿Que me tire pedos en colores?

-¡No seas boludo!, yo se que te gusta BS y no quiero que nos peleemos porque estoy saliendo con ella.

Lejos de mí disgustarme con el Loco porque salía con BS, yo también había hecho mis intentos y mis logros a sabiendas de su interés.

-No te preocupes, no me pone contento esto, pero no me voy a enojar con vos ni nada parecido. En todo caso con ella sí me podría enojar.

Estaba enfurecido con ella, no me parecía lógico que diez días atrás estuviésemos revolcándonos a la orilla de la laguna y ahora esté noviando con el Loco.

Más tarde le pregunté al Filósofo si le había contado todo al Loco.

-Solo de tu enamoramiento, el resto no me pareció necesario.

-¡Bien Filósofo!, Nunca una palabra de más o que pueda molestar.

Ya no tenía sentido seguir en huelga de hambre, estaba todo perdido. No me extrañó el cariñoso llamado de BS. Me decía que me quería, aunque estaba enamorada del Loco. Que la perdonara por lo del otro día y que por favor no le contara nada a su nuevo novio. Yo no pensaba hacerlo, sin embargo, se me pasó por la cabeza mentirle que ya se lo había dicho. Todavía estaba enamorado y solo le dije un “Bueno” cortante.

Ya no me sentía tan mal. La novia del Loco había pasado por mis manos incluso me provocó una eyaculación maravillosa y recorrí sus partes más vedadas con mis dedos. No estaba tan mal.

Así y todo mi enojo para con ella no se pasaba por lo que decidí retirarle la palabra. Y lo cumplí, no fui agresivo, solo dejé de dirigirle la palabra. No se merecía mi atención. No se le hace eso a un espíritu noble.

A pesar de mi silencio nos seguimos viendo, como evitarlo si era la novia de uno de mis mejores amigos y además amiga de mi hermana. Las primeras veces me costó un poco pero con el tiempo me salía hasta con naturalidad. Ella me pedía que le hablara, que me “quería mucho”, que “no sea malo”; yo seguía inmutable. A pesar de que solo el Filósofo sabía la verdad de lo sucedido, todos sospechaban que esta chica me había hecho algo feo. Era indudable que mi silencio no era cómodo en las reuniones y poco a poco, juro que no fue mi intención, fueron apartando a BS y al Loco del grupo. Al Loco lo querían todos, el problema era la novia, por esa razón el Camiseta lo incitó a que viniera solo alguna vez. Lejos de ofenderse comenzó a venir sin compañía y todo volvió a la normalidad. Gracias a Dios, mis amigos, amigas, incluso el Loco; prefirieron mi presencia, decisión que, sin quererlo, les había obligado a tomar.

A pesar de mis esfuerzos, por un tiempo prudencial no hablé con el Loco de su noviazgo. Cuando las aguas se aquietaron e incluso yo salía con una amiguita cariñosa, el diálogo retornó a sus cursos normales.

-¿Ya te la clavaste? Pregunté en una de nuestras charlas profundas.

-Se puede decir que hicimos el amor sin penetración.

-¿Cómo sin penetración?

-Nos sacamos la ropa, nos tocamos y acabamos, pero no se la metí.

-¿Por qué?

-Porque no quisimos. Yo quería metérsela toda, a ella le daba miedo.

-¿Es virgen todavía?

-Sí.

Que raro, pensaba, en nuestro encuentro no tuvo actitud alguna que demostrara su virginidad, diría que la forma en que acariciaba y jugaba con su lengua no era de una chica virgen.

-¡Ya está entonces!, La próxima seguro té la clavás, ¡presione Loco, presione!

Fueron bastante tiempo novios y yo nunca volví a hablarle.

FIN


Primera parte
Segunda parte
Tercera parte

Extracto de MISERIEDAD® Cruz J. Saubidet 2005

30.5.07

El primero de mis amores, Tercera parte

Llegó mi hermana.

Che, ¿Por qué no te quedaste a la fiesta?

–Tenía que ir a la cancha.

–Vos siempre haciendo esas cosas. ¿Qué le pasaba a BS, le hiciste algo?,

–No, se enojó un poco porque no me quedaba a la fiesta de nuestros chiquitos, pero yo había quedado con el Negro, así que no podía hacer nada.

-Estuvo buenísima la fiesta, bailamos, comimos empanadas. Sos jodido,¿por qué no te quedaste?

-Otra vez, ¡no me hinches las bolas!, Ya te expliqué, me fui a la cancha. Y no creo que siga yendo a dar catequesis. Los curas me tienen las bolas llenas.

-Papá, escucha como habla. ¡Decile algo!

-Bueno, juicio. Expresó mi padre con una semi sonrisa. -¿Por que no van a buscar unas pizzas? Parece que nadie va a cocinar acá.

-Vamo filo. –Va.. vamos nomás.

La pizzería estaba en la esquina, hicimos el pedido y nos tomamos un *liso entre los dos mientras la esperábamos.

-¿Ves esta mancha? No es de fábrica. Le conté lo que había pasado. Con el Filósofo tenía la libertad de exponer libre mis tristezas, tal vez por su optimismo permanente o porque jamás juzgaba. Se puso serio y con cara preocupada.

-No te puedo creer. ¡Que cagada boludo! ¿Estuvo bueno?

-¡Increíble! Pero estoy más enamorado que antes.

-Que cagada.

No me animé a peguntar el por qué de su preocupación porque ya lo sospechaba: El Loco.

Mi corto pasado de desilusiones amorosas me recordaba a Mariana, de la que me enamoré en una fiesta y que a su vez estaba enamorada del Filósofo. Hice algunos intentos fallidos con su autorización y luego la olvidé o al menos dejó de importarme. Al Filósofo tampoco le interesaba, por lo que muy pronto desapareció de nuestras vidas.

Nunca me enojé con un amigo por tema de mujeres. Siempre tuve claro que la decisión la toman ellas y a ellas que había que dirigir el fastidio. Por supuesto que si intentaban soplármela, cosa que creo nunca pasó, tal vez me hubiera mortificado.

El Loco era muy amigo de BS. Jamás le ilustré mi enamoramiento ni le pedí que se hiciera a un lado. Me gustaba esa competencia y creo que a él también.

Su relación con BS iba prosperando a la par de la mía y muchas veces me sentía en desventaja y a punto de perder.

Luego de ese mediodía me entendía único ganador. Groso error, estaba a punto de sufrir la más cruel de las derrotas.

Luego de la pizza, el Filósofo arregló los mates y nos fuimos a la vereda. La noche estaba linda y yo no tenía ganas de dormir. Cada tanto se agregaba alguna de mis hermanas a la mateada. A las 11:30 de la noche ya toda mi casa estaba durmiendo. Nos fuimos a dar una vuelta y llegamos a su casa, no sin antes jugar unos fichines. Allí conversamos un rato con su hermana y el novio y me acosté en un colchón en el piso. Calculo que me dormí a las tres. Cuando me despertó la dueña de casa eran las siete, por lo que me vestí rápido y me fui a casa a buscar las carpetas para ir al colegio. Papá todavía no se había ido así que le pedí que me llevara.

-¿Dónde dormiste? ¡Tenés que avisar! No estaba enojado pero como padre tenía la obligación de reprocharme mi falta de conciencia familiar.

Ya los tenía acostumbrados a las omisiones sobre mi paradero. En general daba señales de vida al menos una vez por día.

Llegué cuarenta minutos tarde, no había problema, por alguna razón el preceptor me tenía cariño y me borraba las tardanzas. Los lunes no tenía la menor idea de las materias a cursar o si había alguna tarea que no hubiera realizado. Si llegaba a horario podía preguntarle al Genio pero en este caso solo contaba con mi capacidad de invención ante alguna consulta inesperada del profesor. Fue una mañana tranquila al menos en lo escolar, ya que no dejé por un minuto de pensar en BS. El Loco me contó que se habían encontrado en la peatonal y luego la acompañó a la casa. No pregunté más, no quería saber nada.

La llamé después de almorzar, me atendió carente de emoción y no quería verme.Continuará....
Primera parte
Segunda parte

Extracto de MISERIEDAD® Cruz J. Saubidet